Gastos de inversión: ¿cuáles son y qué tener en cuenta?

Tanto si eres una empresa o un particular que busca mejorar su situación financiera como una administración pública que gestiona recursos públicos, es fundamental entender bien cuáles son los gastos de inversión.

La buena gestión del presupuesto no solo depende de saber cuánto dinero entra y sale, sino de saber diferenciar claramente entre aquello que nos genera beneficios a largo plazo y aquello que simplemente satisface una necesidad inmediata. Aquí es donde entran en juego estos desembolsos que, aunque en principio pueden parecer grandes, tienen el poder de transformar un negocio, una familia o incluso una ciudad por completo.

Pero, ¿qué son los gastos de inversión? A continuación, te explicamos cómo identificarlos, en qué bienes pueden aplicarse y qué cosas debemos tener en cuenta para calcularlos correctamente.

¿Qué son los gastos de inversión?

Los gastos de inversión son aquellos desembolsos que realizamos con el objetivo de adquirir activos que se mantendrán a largo plazo en nuestro balance. No se trata de simples compras, sino de decisiones dirigidas a aumentar el valor de nuestro capital y generar beneficios de cara al futuro.

Este tipo de gastos no están destinados al consumo inmediato ni se repiten de manera periódica. Su impacto suele verse reflejado en el tiempo, ya sea a través de una mejora operativa, un ingreso adicional o un aumento de valor en el activo adquirido. Por ejemplo, una empresa que compra maquinaria para aumentar su capacidad de producción no está gastando sin más: está invirtiendo en su futuro.

  • Son bienes duraderos (más de un ejercicio del presupuesto).
  • No son gastos reiterativos.
  • Se integran en el inventario o en el inmovilizado.
  • Buscan una rentabilidad directa o indirecta.
  • Generan valor tangible o intangible a largo plazo.


Entonces, ¿es lo mismo un gasto de inversión que una inversión? Técnicamente, no. La inversión es el proceso global, mientras que el gasto de inversión es el movimiento contable que lo representa. 

¿Cuáles son los gastos de una inversión?

Los gastos de inversión pueden variar dependiendo del tipo de inversión que estemos realizando. Y no hablamos solo de adquirir bienes o infraestructuras físicas, sino también de inversiones inmateriales en servicios con un impacto real en el balance de una empresa o incluso en nuestras finanzas personales.

Inversión en bienes físicos

Cuando invertimos en bienes tangibles, lo que estamos adquiriendo son activos materiales que se incorporan al inmovilizado de la empresa (o al patrimonio personal si hablamos a título individual). Estos activos no solo tienen un precio de adquisición, sino que conllevan un desembolso que muchas veces pasamos por alto, pero que influyen directamente en el presupuesto total del proyecto.

  • Inmuebles en propiedad: viviendas, oficinas, locales comerciales, naves industriales, etc. Además del coste de compra, debemos contar con gastos de notaría, registro, impuestos como el ITP o IVA (según el caso) y posibles reformas.

  • Maquinaria industrial: fundamental en sectores como la construcción, la agricultura o la fabricación. Además del precio de adquisición, debemos tener en cuenta el gasto del transporte, instalación, mantenimiento y, en muchos casos, formación del personal para su uso.

  • Vehículos para uso profesional: desde furgonetas de reparto hasta coches de empresa. Además del precio del vehículo, hay que tener en cuenta el seguro, el mantenimiento y la depreciación anual.

  • Dispositivos informáticos y tecnológicos: ordenadores, servidores, impresoras industriales, aparatos audiovisuales, etc. Pueden parecer gastos menores, pero lo cierto es que se van sumando rápidamente. Además, es necesario renovarlos cada cierto tiempo, afectando al balance del inmovilizado.


Todos estos elementos se registran como parte del
inmovilizado material, y su valor se va amortizando progresivamente, es decir, se van repartiendo a lo largo de su vida útil.

Inversión en bienes inmateriales

Pasamos ahora a esos activos que no podemos tocar, pero que son fundamentales para el desarrollo de la actividad. Se trata de bienes de consumo que, aunque no tienen una forma física, pueden ser incluso más valiosos que una máquina o un local.

  • Software propio o licencias: servicios que van desde un sistema de gestión ERP hasta licencias de Adobe o herramientas especializadas. Su desarrollo o adquisición puede representar un coste inicial elevado, pero mejora radicalmente la eficiencia operativa.

  • Desarrollo de marca: el posicionamiento de marca, la identidad visual, el diseño web o las campañas de publicidad también forman parte de una inversión. Aunque su efecto es más difícil de medir, contribuyen directamente al crecimiento de la empresa.

  • Formación del personal: si bien podría considerarse un gasto corriente, si se trata de servicios formativos de largo plazo o certificaciones técnicas, muchas veces entra como inversión.

  • Derechos de uso y patentes: indispensables en actividades como la tecnología o la industria farmacéutica. 

Inversiones financieras

Aquí entramos en el terreno del capital abstracto. No compramos un bien, sino una parte de una compañía, o una promesa de retorno. Aunque no requieren almacén ni mantenimiento físico, también tienen sus propios gastos asociados.

  • Acciones de una compañía: ya sea en Bolsa o en el mercado privado, comprar acciones significa adquirir parte de la propiedad de una empresa. Los gastos incluyen comisiones de intermediación, impuestos sobre plusvalías y, a veces, gastos de custodia.

  • Participaciones en fondos de inversión: si preferimos delegar la gestión en profesionales, este tipo de productos pueden ser una excelente alternativa. A cambio, debemos asumir comisiones de entrada, gestión y, en algunos casos, de éxito.

  • Préstamos a medio o largo plazo: hablamos de inversiones en forma de crédito a terceros, ya sea a través de plataformas de crowdlending o de manera directa. Su principal riesgo es el impago, y aunque generan intereses, su liquidez suele estar limitada.

Ejemplos de gastos de inversión

Para entender bien la diferencia entre gastar e invertir, veamos algunos casos concretos:

  • Empresa de transporte: compra una nueva flota de vehículos por 150.000 €. Este es un gasto de inversión porque adquiere bienes que va a usar durante años para su actividad principal.
  • Particular: compra una segunda vivienda para alquilar por 120.000 €. También es un gasto de inversión, porque generará una contrapartida de ingresos mensuales y aumentará nuestro fondo de ahorro.
  • Startup tecnológica: destina 20.000 € a contratar un equipo de desarrollo para crear su propia app. Aunque es un desembolso en recursos humanos, si el producto final genera resultados, se considera inversión inmaterial.
  • Ayuntamiento: construye un centro cultural. La obra y su equipamiento son gastos de inversión gestionados por una entidad pública, ya que mejoran infraestructuras de uso general.


¿Y qué no sería un gasto de inversión? Pagar la factura del agua, renovar el material de oficina o pagar suscripciones digitales. Aunque necesarios, son
gastos corrientes que no aumentan el valor de nuestros activos.

¿Qué tener en cuenta a la hora de calcular los gastos de una inversión?

No todo lo que brilla es oro, ni todo lo que cuesta mucho es una buena inversión. Antes de lanzarnos a comprar un bien o contratar un servicio como parte de una inversión, existen varios conceptos que debemos analizar con detenimiento:

1. Coste total real

El precio de compra no es el único desembolso, sino que debemos sumar:

  • Impuestos (IVA, ITP, etc.).
  • Notaría y registros (en caso de vivienda u otro tipo de inmuebles).
  • Gastos de mantenimiento.
  • Seguros, licencias o adaptaciones.

2. Rentabilidad esperada

¿Cuánto esperamos obtener a cambio y en qué plazo? Si compramos una oficina por 200.000 € y esperamos alquilarla por 1.200 €/mes, tardaremos más de 13 años en recuperar la inversión, sin contar gastos. ¿Merece la pena? Dependerá del plan financiero y del mercado.

3. Vida útil del bien

No es lo mismo invertir en una máquina que dura 5 años que en un edificio que puede mantenerse 40. Esto influye en las amortizaciones y en la depreciación del activo.

4. Liquidez y posibilidad de reventa

Una inversión puede ser sólida pero poco líquida. ¿Qué pasa si necesitas recuperar ese dinero? Un piso puede tardar meses en venderse; un coche, quizás semanas. ¿Y unas acciones en bolsa? Minutos. Es fundamental valorar la liquidez.

¿Invertir en Mintos? Así puedes diversificar tus gastos de inversión de forma inteligente

Mintos es una plataforma de inversión en préstamos que permite obtener rendimientos pasivos sin necesidad de comprar bienes físicos. Pudiendo financiar préstamos emitidos por entidades financieras de todo el mundo y obtener intereses según el plazo de amortización y el perfil de riesgo. Tú decides cuánto invertir, en qué tipo de préstamo y qué retorno esperas.

  • Bajo umbral de entrada: puedes empezar con menos de 100 €.
  • Diversificación: no dependes de un solo activo, puedes distribuir tu presupuesto en múltiples préstamos.
  • Rentabilidad esperada: algunas carteras superan el 9% anual.
  • Liquidez moderada: puedes vender tu participación en el mercado secundario.
  • Control: tú eliges el nivel de riesgo que estás dispuesto a asumir.


Es cierto que, como cualquier otra
inversión, no está exento de riesgos, pero si lo planteamos como una parte más de nuestro presupuesto de gastos de inversión, puede ayudarnos a equilibrar nuestros ahorros y a optimizar nuestros resultados financieros.

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